Tras largos días de
protesta, finalmente el primer ministro de Ucrania, Mykola
Azarov, decidió renunciar y el Parlamento ha derogado una serie de represivas
leyes antimanifestaciones, que habían sido aprobadas el pasado 16 de enero.
Dicha legislación castigaba con gran severidad casi todas las formas de
manifestación, ya que contemplaba penas de cárcel para cualquier participante;
de esta forma, en Ucrania se pretendía establecer un régimen totalitario de
control.
En México, mientras
nos enfrascábamos en el seguimiento al debate sobre las reformas estructurales,
fue aprobada una legislación muy parecida a la de Ucracia –país ubicado en
el oriente europeo, cuya forma de gobierno es la República, que se rige por
un sistema semipresidencial con la separación del poder entre
el Ejecutivo, Legislativo y Judicial- con la diferencia de las
condiciones sociopolíticas.
Fue el 19 de
noviembre del año pasado que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal
avaló el dictamen de las reformas hechas al Código Penal para el
Distrito Federal con 38 votos a favor –de los perredistas del
llamado “bloque progresista”, PAN, PRI, PVEM, PNA, MC- 6 en contra y una
abstención, que luego se pidió fuera en contra. Dicha reforma aumenta
hasta en 50% las penas de los delitos de lesiones dolosas y homicidio contra
policías que vigilen mítines, manifestaciones o actos públicos de
esparcimiento, deportivos o recreación.
Las reformas hechas
al Código Penal para el Distrito Federal, contempladas para actos ilícitos como
robo y daños a la propiedad, aumentan a la mitad cuando los cometan
manifestantes que participen en algún mitin, manifestación, plantón, marcha o
actos públicos. ¿De verdad un manifestante va a dejar su protesta para
robar?
Para el
diputado Arturo Santana Alfaro parece que sí, pues en su argumentación
para presentar dicha iniciativa y defenderla expuso: “no podemos permitir que
existan personas que bajo el anonimato de una máscara lesionen y lastimen” a
los policías, así como tampoco que se ocasionen “daños a monumentos, a comercio
y saqueos a establecimientos” con el pretexto del libre ejercicio de la
manifestación.
La reforma
contempla que el manifestante que asesine a un policía que vigile una
concentración pública recibirá hasta 30 años de cárcel; y para el participante
en alguna concentración pública que agreda a un elemento policial podrá recibir
hasta 12 años de cárcel. Estas reformas propuestas por el “ala progresista” nos
recuerdan más a las aprobadas en España por el Partido Popular que
legaliza multas millonarias a los manifestantes que “salgan de la legalidad”,
el de Chile con la ley anti-capuchas o el que referí en Ucrania.
El problema de la
iniciativa no es que se pretenda proteger el patrimonio de los particulares o
el de los inmuebles públicos, el tema es que ante la incapacidad para buscar
formas alternas de resolución de los conflictos sociales o como dice la CDHDF,
capacitar a los policías en protocolos de actuación especializados en contextos
de manifestaciones sociales y mejorar sus condiciones laborales- se busca
criminalizar la protesta social.
Parece que los
positivistas disfrazados de asambleístas, no han podido entender que el derecho
penal debe ser una herramienta excepcional, y no un recurso recurrente que
pretenda aplicarse a diestra y siniestra contra las manifestaciones sociales.
Estos legisladores
“progresistas” deben de entender que el derecho es un instrumento de cambio
social y no una herramienta de represión. Y mientras esto sucede en la ciudad
de las libertades, no podemos esperar menos de las entidades donde sus
gobernadores y diputados locales provienen del paleolítico.
En fin, estemos
atentos de esta asignatura y sus posibles replicas en otras entidades. Al rato
no nos extrañemos de las manifestaciones en las calles para pedir marcha atrás
a estas reformas.
Por hoy es todo,
nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Doctor, definitivamente estamos frente a un derecho represor. Es inadmisible que se penalice y se acote el derecho a manifestarse. Mientras la mayoría de la ciudadanía esta distraída con burdas estrategias de manipulación mediática, estamos perdiendo libertades.
Atentos a ello y no dejemos de actuar, sigamos sumando a más provocando y generando mente crítica.
Muy buen análisis, un placer leerlo e intercambiar puntos de vista.
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