iusfilosofando

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Y SI HABERMAS FUERA MEXICANO?

Cuando la Constitución representativa fracasa ante retos  
que afectan a los intereses de todos los ciudadanos, el pueblo 
puede  resucitar  los derechos originarios del soberano,
 la forma de los ciudadanos,  incluso de los ciudadanos singulares. 
En última instancia, el Estado democrático de derecho
 depende de este defensor de la legitimidad
Habermas

En colaboraciones anteriores he presentado a ustedes el pensamiento de algunos autores sobre el tema de la desobediencia civil, hoy quisiera ocuparme de las razones que expone Jürgen Habermas, quien considera que la desobediencia civil, por sus características esenciales, se desenvuelve dentro del marco constitucional del Estado democrático, en la medida en que busca configurar de una manera no convencional la voluntad política colectiva.

Presento algunos elementos que el autor sostiene y al final planteo algunas preguntas al lector, que bien vale la pena hacerse a la conclusión de la lectura, quizá como provocación intelectual a quien lo lea. Hecha la advertencia procedo.

En opinión del autor, los desobedientes deben fundamentar su posición en argumentos que puedan ser objeto de un consenso y no en convicciones privadas del mundo, a pesar de que ambos aspectos pueden coincidir. Quizá por ello en un primer momento Habermas expone:

Quien quebranta leyes apelando a su conciencia, recaba para sí derechos que nuestro Estado democrático de derecho no puede reconocerle a nadie si quiere salvaguardar la seguridad y la libertad de todos los ciudadanos. (HABERMAS, Jürgen: Ensayos políticos)
Por ello, la desobediencia civil busca identificarse precisamente con los principios políticos comúnmente compartidos que sirven de fundamento a los Estados democráticos, este es precisamente un elemento de fortaleza para la lucha del desobediente, que su lucha no sea una causa aislada.
En Ensayos políticos, refiere a la desobediencia civil y cita la definición de John Rawls:
La desobediencia civil es una protesta moralmente fundamentada en cuyo origen no tienen por qué encontrarse tan sólo convicciones sobre creencias privadas o intereses propios; se trata de un acto público que, por regla general, es enunciado de antemano y cuya ejecución es conocida y calculada por la policía; incluye propósito de violación de normas jurídicas concretas, sin poner en cuestión la obediencia frente al ordenamiento, jurídico en su conjunto; requiere la disposición de admitir las consecuencias que acarrea la violación de la norma jurídica; la violación de la norma, que es la manifestación de la desobediencia civil tiene exclusivamente un carácter simbólico: aquí es donde reside el límite de los medios no violentos de protesta. (HABERMAS: p.78, 79)
Sobre la obediencia a la ley el autor en estudio nos advierte una idea que parece echar por tierra, esta idea, pero más adelante veremos que no es así:
La obediencia a la ley tiene que darse de un reconocimiento reflexivo y, por lo tanto voluntario, de aquella aspiración normativa a la justicia que late en todo ordenamiento jurídico. Habitualmente, este reconocimiento se fundamenta en el hecho de que la ley es debatida, aprobada y promulgada por los órganos constitucionalmente competentes. De esta forma la ley alcanza vigencia positiva y determina el comportamiento lícito en su ámbito de aplicación. (Ibídem. P.81)
Con estos elementos no habría lugar a manifestación disidente respecto de ley alguna, ya que la forma de construcción de la misma fue producto de un proceso, pasteurizado que no da lugar a dudas sobre legitimidad. No obstante el mismo Habermas considera:
La Constitución ha de justificarse en virtud de unos principios cuya validez no puede depender de que el derecho positivo coincida con ella o no. por este motivo, el Estado constitucional moderno solo puede esperar la obediencia de los ciudadanos a la ley si, y en la medida en que, se apoya sobre principios dignos de reconocimiento a cuya luz, pues, pueda justificarse como legítimo lo que es legal o, en su caso, pueda comprobarse como ilegítimo. (Ibídem. P.81)

El texto anterior muestra que esta forma de conducta cívica, a diferencia de otros actos políticamente motivados, no busca la ruptura o reorganización del orden constitucional; los actos de desobediencia civil utilizan la violación de las leyes, en forma simbólica, para comprometer la conciencia moral de toda la comunidad, forzándola a revisar una cuestión a la luz de sus fundamentos de legitimidad.
Según el autor, la desobediencia civil desempeña un importante papel innovador y correctivo en un sistema democrático. La desobediencia civil aparece en Habermas como el instrumento necesario y útil que facilita esas correcciones. Se trata de una válvula de escape, de una táctica o una forma más de presión política.
Como se puede observar, la postura del autor parecer ser muy optimista, pero ¿Que sería de su opinión si Habermas fuera mexicano? ¿Estaría hablando de la forma en cómo hacer desobediencia civil? O ¿Justificando quizá la intervención del ejército en la guerra que no es guerra? ¿Sería académico o intelectual del Ejecutivo? ¿Hablaría de la desobediencia civil como forma de mejorar la Constitución? O ¿Defendería a las bondadosas instituciones heredades de la revolución? ¿Ustedes que creen?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.

7 comentarios:

@BarbaraCabrera dijo...

¡Exquisita columna Iusfilosofando acabo de leer....!

Los elementos proporcionados forman parte de una serie de componentes para hacer reflexionar en un tema de filosofía política donde usted Maestro es especialista: la desobediencia civil.

Gracias por compartir.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

si fuera mexicano, seria un peligro para México, el causante del caos, el anticristo, excelente columna.

Oscar Sanchez.

Anónimo dijo...

Lo leí con atención y la desobediencia civil que Habermas expone es de gran importancia, muchas gracias.

Estrella Macias

Anónimo dijo...

muy buen analisis que pefectamente podriamos extrapolar aqui en Chile, saludps.

jose arturo fuentes

Edith GC dijo...

Si Habermas fuera mexicano, no habría escrito su teoría de la acción comunicativa, pues en México tal cosa no ocurre realmente. Nuestra realidad va por otro lado menos idealista y menos kantiano que Habermas.
Saludos Samuel
@Alado_Ser

David dijo...

Sí Habermas fuera mexicano, su exposición de la desobediencia civil sería muy debatible y manipulable hacia ambas partes Estado y Ciudadanía.

Creo que si Habermas fuera mexicano su obra sería interpretada a conveniencia para el bando que la ocupe, ya sea "Los desobedientes" o "El estado y políticos"

Me parece que da carta abierta a cualquier bando. Para ser específico creo que es un punto de vista muy neutral y de interpretación diversa.

Y hasta ahora es el que más me ha llamado la atención.

Gracias por la excelente publicación, un texto por demás enriquecedor y muy bien estructurado para la reflexión y critica.

Que tengas una agradable semana Samuel! Un afectuoso saludo!

Jasso dijo...

Si Habermas fuera mexicano, la gran mayoría de los mexicanos, no tendrían la más mínima idea de quien "chingados" es. Igualito que ahorita, hagan de cuenta.

Excelente columna, y por supuesto lo pone a uno a reflexionar.

Como siempre un gustazo leerlo.