Las leyes, no son
establecidas para normar o garantizar lo que un individuo puede o no puede
hacer de manera independiente, sino que se establecen para señalar lo que puede
hacer o dejar de hacer en cuanto integrante de una sociedad.
Las normas individuales en el sentido
estricto, pueden ser morales o prácticas, pero no legales. Y es que este
carácter sólo puede ser establecido por el Estado, en cuanto responsable de su
cumplimiento. Como sostiene Rodríguez Zepeda, el Derecho sólo existe porque
permite establecer una vinculación social específica entre distintos
individuos, es decir, porque los iguala como sujetos de derechos y obligaciones
bajo un poder común. (Estado de Derecho y
democracia, 1996).
Las relaciones que se
dan entre los particulares y el Estado son normadas por el Derecho público y en
ellas el Estado tiene una influencia determinante. Como dice Norberto Bobbio: “la
relación entre derecho y política se hace tan estrecha, que el Derecho se
considera como el principal instrumento mediante el cual las fuerzas políticas
que detentan el poder dominante en una determinada sociedad ejercen su dominio.
(BOBBIO
et al. Diccionario de política. 2002).
Desde luego, la
opinión de Bobbio es determinante si recordamos que en nuestro continente, la
ley ha sido la herramienta utilizada por los tiranos, déspotas o dictadores
para realizar sus proyectos, materializar sus caprichos e instrumentalizar el
andamiaje jurídico a su favor. “Mano firme” solía esgrimirse en los discursos
políticos del entonces candidato presidencial en 2006 Felipe Calderón.
A finales del sexenio anterior y
al principio de este, la utilización de la ley como herramienta de control
represivo ha jugado un papel muy ilustrativo, y existen casos desde periodistas,
líderes sociales, activistas de Derechos humanos, pasando por candidatos,
usuarios de redes sociales y eventualmente hasta ciudadanos que solo tuvieron
la desgracia de estar en el lugar y la hora incorrecta.
Eso parece que ocurrió con la profesora
de Xalapa, Ángel de María Soto Zárate, que fue detenida, bajo el cargo de
narcotráfico, por presuntamente transportar cocaína. Por fortuna la
organización y movilización social, acompañada de las redes sociales, hicieron
posible la intervención de actores políticos que intervinieron para indagar la
veracidad de dicha acusación. Pero ¿Cuántos ciudadanos pueden tener la fortuna
que un Senador de la República intervenga para que se investigue su caso de
forma justa?
Debemos pugnar para que las leyes
tengan un contenido preventivo y no represor y para que dejen de ser instrumento
que reprima al que piensa diferente.
Por hoy es todo, nos leemos la
próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Extraordinaria reflexión Doctor acerca de las leyes.
En estos tiempos vemos como se torna complejo ese andamiaje que debe ser depurado y bien aplicado.
Sobre el caso de la maestra veracruzana, vemos una vez más el poder de las redes.
Un placer leerle.
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