Para los que no tenemos
creencias, la democracia es nuestra religión.
Paul Auster
El concepto de transparencia, con su sigla original en idioma inglés Clear, es dado a conocer por primera vez
en enero de 2001, a través del Índice de Opacidad. Idea contraria como se puede
observar al primer concepto.
La doctrina moderna, encuentra sustento en los instrumentos
internacionales en materia de derechos humanos, entre los que destacan: a) El
artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre; b) el
artículo 10 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y
de las Libertades Fundamentales; c) el 19 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; y d) el 13 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.
El marco anterior referido, reconoce que la concepción moderna de la
libertad de expresión implica una trilogía de libertades interrelacionadas, que
bien se puede agrupar en dos vertientes: por un lado el derecho a informar y
emitir mensajes (que supone el derecho a difundir informaciones y opiniones y
que toma en cuenta el punto de vista del emisor) y por otro, el derecho a ser
informado (que comprende los derechos de investigar y recibir informaciones y
opiniones desde la perspectiva del receptor).
Al referirnos a la transparencia, es importante tener presente su
vínculo indisoluble con el derecho a la información; el cual ha tenido una
evolución histórica y jurídica significativa desde sus orígenes a la
actualidad.
Así pues, hoy en día no puede concebirse una democracia si además del
gobierno de las mayorías y el imperio de la ley, no se garantiza un mínimo
control de los ciudadanos sobre la acción de sus gobernantes, más allá de las
elecciones.
Una clave para la efectividad de este control reside en el acceso
ciudadano a la información que el poder político maneja. Es común decir que la
información es un activo muy valioso en las sociedades actuales y en eso hay
coincidencia, de ahí que Rodríguez Zepeda sostenga que:
La información es poder político o, al menos, una
condición para que éste pueda ejercerse. Por ello, uno de los debates centrales
en nuestra vida pública es el relativo a la relación que el Estado debe tener
con la información socialmente valiosa que está a su disposición y acerca de la
manera en que debe utilizarla. (RODRÍGUEZ Zepeda: Estado y transparencia)
Aquí como se puede observar, hay una lucha entre quienes desde la
responsabilidad cívica podemos ejercer nuestro derecho de acceso a la
información; y por otro lado la burocracia política que en su intento por
mantener sus acciones en el lado oscuro esconde la información o la clasifica
para que no podamos acceder a ella. Quizá por ello Norberto Bobbio, afirma:
La tecnocracia y la democracia son antitéticas…
La democracia se basa en la hipótesis de
que todos pueden tomar decisiones sobre todo; por el contrario, la tecnocracia
pretende que los que tomen las decisiones sean los pocos que entienden de tales
asuntos. (Ibídem)
El derecho de acceso a la información debe de estar permanentemente en
la agenda democrática de México, de sus ciudadanos y de los partidos, además de
los candidatos presidenciables; es pues un derecho fundamental, que debe estar
vigente al menos por dos razones: porque protege un bien jurídico valioso en sí
mismo (que los ciudadanos puedan saber y acceder a información relevante para
sus vidas) y porque sobre él se erige la viabilidad de un sistema democrático,
porque cumple una función vital para la república, que los ciudadanos conozcan
el quehacer, las decisiones y los recursos que erogan sus autoridades elegidas
mediante el voto.
Vale la pena referir lo que Joaquín Estefanía sostiene:
El círculo negro de las democracias latinoamericanas
está en la ciudadanía social. En las democracias originarias del planeta, la
vigencia del Estado de derecho, de diversos derechos civiles e incluso de
algunos derechos sociales generalmente precedieron al logro de los derechos
políticos para todos los ciudadanos, y con ellos la plena instauración de la
democracia política. (ESTEFANÍA, Joaquín, “Las nuevas venas abiertas de América
Latina”)
Claro es que este derecho de pedir que se clarifique la acción del
gobierno tiene su eco en la transparencia en como se debe desempeñar el
gobierno; el acceso a la información esta asociado en otro nivel.
Un gobierno transparente, es un gobierno democrático sólo cuando los
ciudadanos pueden corroborar que la acción del gobierno en efecto es correcta, cuando
podemos confrontar que las acciones que un gobierno abandera como transparente,
en realidad son ciertas o están bañadas por el cinismo impune.
Un ejemplo de esto que señalo es el caso de Emilio González, gobernador
de Jalisco que no tuvo problema en ser transparente al decirles a los
Jaliscienses que donaría dinero publico a la iglesia católica.
Debemos tener presente que el derecho a la información es el conjunto
de normas sistematizadas que garantizan a cualquier ciudadano acceso libre a la
información de interés público, y que al mismo tiempo establece las
obligaciones que tendrán que cumplirse para darle un uso responsable.
La transparencia gubernamental es una consecuencia lógica del acceso a
la información. El acceso a la información gubernamental fortalece la
democracia y consolida el Estado de derecho. Pero este no opera de manera automática,
los ciudadanos tenemos la responsabilidad cívica de ejercerlo.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
3 comentarios:
Maestro:
El tópico que hoy aborda en su Iusfilosofando es uno de los temas que me apasionan y de los cuales me considero especialista.
En México, desafortunadamente la gran mayoría esta acostumbrada a llegar tarde a los cambios internacionales y este es uno de ello.
A pesar del esfuerzo legislativo en modificar el artículo sexto constitucional para establecer las bases yy principios de este derecho fundamental; existen (todavía) entidades que sin importarles van en franco retroceso. Un caso específico es Puebla y Jalisco. ¡Lamentable!
Y en efecto, como bien lo apunta Don Emilio González, el gobernador de los jaliscienses ha sidi TAN tranparente que a nivel nacional e internacional se dio a conocer la mentada de madre colectiva.
La fórmula para tener éxito en este tenor es ir en el siguiente orden: ordenar los archivos públicos, luego proteger datos personales, posteriormente dar acceso a la información (que implica tintes de transparencia para poner en la vitrina pública los datos que por naturaleza corresponden a todos nosotros, excepto si son confidenciales o reservados) y, en esta lógica podremos transitar hacia la rendición de cuentas.
Si no se da de esta manera, ¡no sirve!
Ahora sí me emocione al dejar el comentario y ya hasta aquí lo dejo de lo contrario seguiría escribe y escribe.
Un abrazo.
saludos, buen viernes
@tochtli84
Muy atinada tu columna estimado @iusfilosofo y para que haya transparencia en ésta Democracia maltratada, hay que hacer limpia parejo y ya.
rafael ortiz
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